La vida viene sin instrucciones, por ello tardamos tanto en comprenderla.
Muchas personas transitan su existencia atrapadas en estructuras mentales rígidas, similares a un laberinto emocional, donde cada dificultad parece suceder a otra sin tregua. Esta dinámica genera una sensación de desorientación, como si se intentara iluminar una habitación desconocida sin conocer el interruptor, perpetuando patrones de pensamiento que conducen a decisiones erradas y a una comprensión limitada de sí mismos.
La frase “La mente lo domina todo” suena demasiado simple para ser verdad, por ello no se invierte en el conocimiento de uno mismo.
Todo lo que pudiera facilitarnos la existencia está en nuestras emociones, y ese es el mejor misterio por resolver, el conocimiento inacabable. Lo que fueron en nuestra genealogía, decenas, centenas, millares de abuelos y bisabuelos.
La mejor inversión es en uno mismo, “tú eres tu mejor empresa y eres tu mejor cliente a su vez”. Por ello, hay que poner el foco de atención en la conciencia para mejorar las relaciones con los demás. Si estamos bien con ello, podremos entender a los otros y ayudar también al desarrollo y prosperidad de los demás.
La vida puede ser una batalla en la que permanentemente se tienen desencuentros incluso con los integrantes de la familia sanguínea. Esto ocurre porque se desconocen las causas de las creencias que están arraigadas en el inconsciente. Viajar imaginariamente en el tiempo y empatizar sin juzgar las acciones del pasado ayuda a vivir mejor en el presente.
La sociedad mexicana tiene a dónde recurrir a la hora de preservar los valores morales para una convivencia humana exitosa, de ahí se nutre Don Miguel Ruiz Macías para la elaboración del libro “Los cuatro acuerdos”.
El tema de la espiritualidad debe convocar, no dividir. Por ello, la lectura de ese libro no entra en conflicto con las ideologías religiosas, sino todo lo contrario; mantiene una actitud de respeto para con cualquier religión.
Este es un libro que ofrece algunos principios necesarios para detener esa búsqueda apresurada del conocimiento. Es una pausa entre tantas lecturas academicistas y de autoayuda que prometen la felicidad instantánea.
La diferencia de este libro es que nos recomienda voltear a ver con ojos de interés el pasado milenario de la cultura tolteca y aplicar conocimientos de ellos a la realidad actual.
Es el gran aporte del libro: descubrir la sabiduría tolteca que se preservó de forma oral de generación en generación hasta la actualidad, y establecer 4 grandes acuerdos, como lo dice el título del libro, para ayudar a vivir mejor.
¿Cuáles son los 4 acuerdos de la sabiduría tolteca?
1.- No supongas
Con base en la sospecha actuamos con recelo y nos defendemos de un posible ataque o traición. Somos desconfiados por temor y preferimos crear un caparazón antes que mostrar vulnerabilidad. Suponemos un ataque, y preparándonos para defendernos, ocupamos gran parte de la energía que necesitaríamos emplear en otras actividades productivas.
Nos herimos sentimentalmente con la palabra; ésta destruye o edifica. Ser consciente del efecto de la palabra nos ayuda a crecer como persona. Las palabras son como un bálsamo para el necesitado y un dardo envenenado para el enemigo.
Este es mi favorito.
La opinión sobre ti expresada por el otro puede ser un regalo bueno o malo; tú decides aceptarlo o devolverlo. El peso de la opinión del otro sobre uno nos castiga y minimiza. Creernos todo lo que se nos dice es un error.
Conocer este acuerdo nos protege del acoso y nos da herramientas para tener el poder de nuestra autoestima.
Nuestra naturaleza es evolutiva y la adaptación es la llave de la supervivencia.
Vivir con plenitud y satisfacción es la meta. Que en la etapa de la quietud sea la serenidad la que te acompañe, sabedor de que tus manos fueron empleadas para compartir con amor y justicia, que en ti solo hubo energías deseosas de atraer abundancia y prosperidad, haciendo siempre solo lo mejor.
Para sanar las enfermedades psicosociales necesitamos conocernos. La sabiduría está a nuestro alcance y hay que acercarnos con interés al interior de nuestra conciencia.

