José Saramago, Bruno Traven,
Herman Hesse, Pedro Almodóvar, Juan Rulfo, Miguel de Cervantes Saavedra,
Ernesto Sábato, Las mil y una noches, José Alfredo, Jaime Sabines, Pablo
Neruda. Entre otros.
La conexión con las historias
viene desde la infancia, de intentar explicar otros estilos de vida diferente
al nuestro, los otros mundos dentro del mismo, los otros que somos y que viven
sus propias vidas.
Uno de los episodios que leí en
la novela de José Saramago “El evangelio según Jesucristo” me dejó impactado. Hablaba
de José el padre de Jesucristo, narra como a medianoche siente la urgencia de
ir a orinar, y se va afuera de la cabaña donde pernocta, la descripción que
hace del cielo y sus estrellas, de la sensación de conexión que tiene el
personaje al contemplar la belleza, es soberbia, es simple y extraordinaria,
allí fue que dije Saramago tiene “Tumbao”.
Saramago tiene un libro que no
recuerdo que se llama las pequeñas memorias, donde habla de su respeto por sus
abuelos, en especial por el abuelo materno, narra los aprendizajes que tiene de
él, un hombre sabio de campo, con costumbres ritualistas y con profundo sentido
común.
Bruno Traven también me gusta, el
libro “Macario” es una novela corta o cuento largo, un texto redondo, enorme,
una maestría para narrar la vida rural, los sentimientos y perspectivas de la
gente que existe en un entorno de pobreza, es capaz de mostrar los contrastes y
las paradojas de los personajes al interpretar, actuar y reflexionar su día a
día.
Bruno Traven debió amar mucho
México, me lo imagino mimetizado en sus andares por los senderos que recorrió.
Me falta leer más de él, sé que tiene otros tantos, pero “Canasta de Cuentos
Mexicanos, El tesoro de la Sierrra Madre y Macario” Están a la altura de
cualquier nobel de literatura.
Herman Hesse en sus novelas tiene
esa habilidad para llevarnos a ese laberinto de pensamientos introspectivos de
sus personajes, desde nuestro papel como lector vemos que el protagonista está
pensando como hacer para dejar de fracasar, pero ese pensar es su rompimiento,
es la oruga que está en metamorfosis.
Al estar leyendo todo de todo a
todas horas, escuchando viendo, pensando, imaginando todo de todo a todas
horas, uno se está construyendo, estamos hechos de eso de palabras, cada
palabra leída, escrita, inventada es un ladrillo en el edificio que somos, nuestra
personalidad.
Mis influencias son esas, son mis
alas y mis grilletes, son mi ancla y mi remo, mi descanso y trabajo.
Les tengo amor a mis influencias;
soy la sombra de cada uno de ellos y estoy a través de mi, viviendo la vida que
no pudieron vivir, cada uno de ellos. Soy José Alfredo y José Saramago, Soy
García Márquez y Vargas Llosa, Borges, Rulfo, Castellanos, el valiente y el
cobarde, el cura y el pecador, Dios y Lucifer.
Me acuerdo ahora de un texto de
Leon Felipe que expresa: “Yo no sé muchas cosas, es verdad. Digo tan sólo lo
que he visto. Y he visto: que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los
gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, que el llanto del hombre
lo taponan con cuentos, que los huesos del hombre los entierran con cuentos, y
que el miedo del hombre...ha inventado todos los cuentos.