He platicado con personas que oscilan entre los 40 y 50, y la mayoría expresa su preocupación porque algunas cosas que vio o soñó a los 20 o 30 no eran como lo imaginaron.
Cuando ves que eres del grupo de los que tienen canas, arrugas y notoria grasa abdominal. Te percibes de forma distinta. Se supone que tendrás una crisis, la de los 40, pero no está comprobado, crisis puedes tener a cualquier edad.
Se supone que haces el balance de tus logros, satisfacciones, complejos, temores y frustraciones. Se supone que aligeras la carga… se supone que dejas de sentir interés, por el qué dirán.
La sociedad lo sabe, la industria lo sabe, los cuarenta es un mercado específico de nostálgicos filósofos trasnochados. Se hacen memes sobre sus gustos, tendencias e interpretaciones.
—Oye, ¿y no van a poner algo de Caifanes o Soda Stereo? ¡Eso sí era música, no estas mezclas raras!
Posiblemente tengas epifanías, sobre el valor del tiempo, el dinero, el espíritu, el amor. Posiblemente no.
Si tienes hijos, “te caerá el veinte”. Ya no puedes seguir teniendo la vista fija en el horizonte, el horizonte ya llegó.
Ya fue momento de la guerra, ahora lo es el del amor, la dicha, la serenidad.
Es el momento de encontrar oxitocina en las calmadas. Es la edad de la sabiduría, déjate envolver en ese precioso manto.
Los cuarenta es un muy buen traje, arrugado, desteñido, sucio, incólume, provocador, pero es lo que ha sobrevivido a la rebeldía. Date cuenta, eres ejemplo…bueno o malo, pero eres.
Joaquin Sabina, (Para variar cito a mi compositor y cantante predilecto) escribió un tema llamado “A mis cuarenta y Diez”. A mis cuarenta y diez/Cuarenta y nueve dicen que aparento/ Más antes que después he de enfrentarme/Al delicado momento/De empezar a pensar en recogerme/De sentar la cabeza”.
Ya se logró la revolución o no, pero te das cuenta que tus fuerzas se están enfocando en cosas distintas. Esta etapa es la auténtica en la que eres totalmente responsable en todas las dimensiones, en lo laboral, en lo afectivo, en lo introspectivo, en el imaginario, en el visionario.
En mi caso, me siento bien, pago alegremente mis deudas de amor. Me reconforto en las certezas que el transcurso del tiempo me brinda, y en la firme convicción de ser una persona auténtica, honesta y coherente.
Eres un clásico. ¡Y los clásicos nunca pasan de moda!.
Escucha aquellas pasiones silenciadas. Date el gusto de ser quien siempre quisiste ser, ya no más dramas, ya no más poses. Es la oportunidad de explorar, hay otros sabores que esperan por ti. Puede que haya otras primaveras ocultas para ti, la verdad nunca se sabe.
Enciéndete.
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