María Sabina
Estoy terminando de leer “La vida de María Sabina” La sabia
de los hongos, de Álvaro Estrada, me lo dieron en calidad de préstamo en el
Educal Tapachula, a través de un programa denominado “Sala de Lectura y préstamo”.
¡Buenísimo!.
Es un relato de primera mano de su autor que alojó en su
departamento en Iztapalapa en la ciudad de México a la Chamana, cuando fue
señalada y acusada de propiciar el vicio y corromper a los jóvenes hippiosos
que enloquecían temporalmente con cigarros que presuntamente ella les vendía. Sabedor
de la injusticia y la calumnia para con la sacerdotisa, le ofreció refugio en
su domicilio, a partir de ese hecho la entrevista y construye su biografía,
todo esto de Septiembre de 1975 a Agosto de 1976.
Cuenta María sabina que habían quedado huérfanas a cargo de
unos tíos allí en Huantla de Jiménez, sus tíos las alimentaban, pero racionaban
de tal manera que a veces solo probaban bocado una sola vez a lo largo de todo
el día. Relata que estuvo presente a los siete u ocho años en una Velada de
sanación que hicieron para un tío suyo, no probó los hongos, pero supo de su
poder.
Y al estar cuidando las chivas o las vacas de sus tíos y
patrones, junto con su hermana, por hambre decidió probar esos honguitos que
crecían entre el abono, donde se mezclaban los desechos de los animales, y las
hierbas secas y tuvo sus primeros viajes astrales, en las que comprendió su
poder. Cuenta que al estar casada no los puso en práctica porque para
consumirlos hay que tener abstinencia sexual, de lo contrario se contamina lo
sagrado de los hongos.
En su relato informa que el uso de los hongos son fines
medicinales, y que quien no se acerca de esa manera está mal utilizando la
sabiduría. En algún momento se lamenta de haberlo dado a conocer y también dice
que se terminó la esencia de ese conocimiento, que se esfumó y se quedó en las
nubes de la sierra Mazateca, para nunca más volver, a menos que haya un sabio o
sabia que sepa interpretarlo de nuevo, pero que no hay manera de enseñar la
sabiduría, se nace o no se nace con ese don.
Da a conocer de la visita que le hizo un etnomicologo
llamado Robert Gordon, de allí en adelante se difundió su trabajo como sabia y
mujer medicina y comenzaron a llegar en tropeles, curiosos, enfermos o no, a
querer conocer los efectos alucinógenos de los hongos. Posterior a ello se
degradó el ritual, algunos de sus vecinos imitaron su trabajo, pero no lo
hicieron con el debido respeto a las plantas, lo que provocaba delirio u otros
males en quienes lo consumían.
Informa que los curas de la iglesia del lugar sabían de María
Sabina, pero no la consideraron nunca un peligro, todo lo contrario, ella
asistía los primeros viernes de cada mes a las celebraciones católicas y se
involucraba en las tareas comunales de la iglesia católica.
Alvaro Estrada dice que pensó en ponerle el título “Confesiones
de María Sabina”, pero que Octavio Paz y el editor consideraron que no era buen
título, que no merecía la chamana un libro que fuese a caer en el estante de los
libros humorísticos y/o morbosos.
El autor también entrevista a otro sabio, compañero de María
Sabina, Apolonio Terán, quien había logrado gran prestigio en la región
—¿Podrías decirme parte de tu lenguaje?
—No, el lenguaje viene solamente si el hongo está dentro del
cuerpo. Un sabio no aprende de memoria lo que debe decir en sus ceremonias. El
Sagrado Hongo es quien habla, el sabio simplemente da la voz.
El lector comprenderá que, al divulgarse los rituales de María
Sabina, se vulgarizó su conocimiento, y gente malintencionada abusó de las bondades
de la chamana, tendrá empatía por lo que se pierde, la nobleza de la cultura
indígena, los misterios del conocimiento que llevaremos sin explorar.
Páginas: 208
Autor: Álvaro Estrada
Editorial S. XXI
#EsdrasCamacho
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