jueves, 29 de febrero de 2024

Ideas Descabelladas

#OdiseasPosmodernas

Esdras Camacho 

Ideas Descabelladas.- 



 Visito regularmente al peluquero, no lo hago porque tenga una melena al estilo Mel Gibson en la película Corazón Valiente, si no más bien, para emparejar la barba, que esa si es prolífica. 


A mis veintitantos, noté que me quedaba sin cabello. Quizá tuve esa aflicción, no lo recuerdo.


Heredé la frente amplia y también otras características de mis abuelos paterno y materno, las he abrazado con entusiasmo, la genética es verídica. Más allá de “encontrarle pelos a la sopa”, entendí que eso era el regalo irrenunciable. 


Luego de que en la infancia y adolescencia tenemos una autoimagen que no corresponde con el presente el no tener cabello, produce pesadumbre… a algunos, a mi no. 


En días pasados el peluquero, que de ordinario no habla gran cosa. Me hizo platica con el tema de las canas en la barba. “¿No ha intentado pintarse las canas?”, dijo, a lo que yo le respondí que sí, si había oportunidad, un día de estos, lo haría. 


Continuó, “Aquí han venido de todo tipo de personas con alopecia, unas más notables, otros incipientes, no todos se aceptan,”. Y me contó de dos en específico.  


“El primer caso, se trata de un joven menor de 30, siempre usa gorra y se le ven los cabellos que le salen en la parte de la nuca. Generalmente llega a mediodía, se sienta a esperar su turno, pero siempre lo cede, cede su lugar, lo cede de nuevo al otro, decide esperar que vayan pasando incluso los que llegan después de él y ya, cuando ya no hay en la sala de espera nadie, siendo cerca de las 8 de la noche, entonces se levanta de su asiento, se acomoda en el sillón frente al espejo y se quita la gorra. No me gusta que me vean, no quiero que me vean a así, no me siento cómodo dice. Pero yo ya le dije, que mejor se venga a las 7:30 pm, para que no tenga que esperar tanto, y además no pasa nada, yo creo que ninguna persona se fija en él, cómo el piensa”. 


“El segundo, un hombre maduro, de escaso cabello, pide su corte, pero no lo quiere frente al espejo, siempre me hace mover el asiento para la pared, donde no se ve. Dice que no se ve nunca al espejo, porque no está a gusto, ¿Nunca, le pregunto? ¿Y cómo le hace cuando se corta el bigote?, - Me corto y solo me veo en el ovalo de un espejo de mano, muy pequeñito. No sé porqué no le gusta verse. Prefiere no tener espejos y acá se me hace raro que insiste en que mueva de lugar el asiento, para que él no puede mirarse”. 


Todos sabemos las etiquetas, mitos y prejuicios que hay sobre estar calvo, pero son justo etiquetas desacertadas. Yo le encuentro las oportunidades, como ahorrar tiempo porque no te detienes a peinarte para nada, evitas el shampoo, gel o secadores, y si te da frío, nomás usa siempre un sombrero o gorro y, ya está. 


Me pregunta – y, ¿Usted como sobrelleva su calvicie?

- Ni a favor, ni en contra. Es una pérdida de tiempo preocuparse u ocuparse de temas en los que no está a nuestro alcance. 

- “Verdad que así debe ser”. 


Es cierto que alguna minoría se burla de la calvicie ajena. Supongo que suponen que se está incapacitado para la seducción, o para otras prontitudes.   


No deberíamos quejarnos de nuestra suerte, habemos en la faz de la tierra humanos como las aves, tamaños y colores distintos. 


No pasa nada. 

 

Pare de sufrir. 



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