viernes, 26 de agosto de 2022

Ícaro aterrizado

 

 #ODISEASPOSMODERNAS

Ícaro aterrizado.-

Esdras Camacho

 

Un sin número de personas motivan o al menos intentan motivar el espíritu o la mente de las personas diciendo, persigue tus sueños… y acrecientan el territorio de lo incierto.

 

El futuro es para todos un incierto, por mucho que se pretenda definir, construir o imaginar es solamente un posible espacio, un juego de tetris o rompecabezas con factores circunstanciales del entorno, embonados.

 

Estas farsas del futuro animan o desaniman. En mi caso, ni una cosa ni la otra, “Los sueños y las ilusiones”, solamente era eso, quimeras que puedes alimentar o no, pero quimeras.

 

¿Y si no sueñas, no eres feliz?, porque una persona que no tiene ilusiones  no es normal ¿o sí?.

 

Las narraciones escritas que leemos y escuchamos terminan siempre diciendo “y fueron felices por siempre”. ¡Eso si que es irreal!, y, esperan que de niños nos traguemos semejante barrabasada. Yo de niño decía que sí, pero decía lo que querían escuchar, decía, ok te diré que lo creo, para que no me digas que soy negativo, pesimista, o anormal.

 

No fui tampoco al extremo de no ver con esperanza el futuro, sabía que tarde o temprano y gracias a la evolución el futuro aparecería.

 

¿Sabes que de positivo trae, no tener sueños?... No te rindes.

 

Al no encontrar para sus sueños más lazos de acero y concluir sus castillos en el aire, la mayoría de los que romantizan sus sueños se desploman y se frustran, debiendo aprender a ver la realidad con ojos más realistas, eso es la frustración, y ¿Hemos sido conscientes de que pudiéramos evitar la frustración, siendo menos soñadores?.

 

El cuento de la liebre y la tortuga, es fantástico, Esopo si sabía de filosofía, esa si es literatura para niños. No es que habilidades desarrollas, no es que talentos adquieras, no es que capacitado o apto te sientas, es la constancia disciplinada que te pongas al avanzar.

 

Me imaginaba que alguien llegaba y me ponía de cabeza, mientras mis bolsillos quedaban por fuera  y me decía sacudiéndome: “voy a llevarme todos tus sueños, voy a robarlos, voy a dejarte sin ilusiones” y yo, como en close up, decía “Tranquilo, no pasa nada, porque nada hay”.

 

Pensamientos en segundo plano me recriminaban no tener como todos sueños, no ser igual, no ambicionar de la misma manera, pero en una charla de quien ha sido compañera, discípula y maestra mía, me dijo, “Fenomenal… así no te desengañas”, me gustó lo escuchado.

 

Hay quien persigue ilusiones ilusionado, hay quien va como la tortuga obedeciendo un contrato establecido de mantenerse en la jugada, y en el camino va de paso, descubriendo y descubriéndose.

 

Me encanta  situarme en esa escena imaginada por, nadie puede robarme mis sueños, porque nunca he tenido, ¡Además lo sueños no pueden robarse! Lo que si he tenido son realidades.

 

No hay nada de malo en soñar, de hecho de los sueños nacen cosas valiosas en el arte y en la ciencia, lo malo es romantizar el vuelo, quemarle incienso al incienso, perseguir al sol por la luz, y no por su energía aprovechable.

 

Yo soy Ícaro alegrándose, aterrizado.

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