miércoles, 17 de junio de 2020

¿El juguete que siempre tuve?

¿El juguete que siempre tuve?

De jugar como cualquiera no tengo recuerdos, más bien no fui asiduo a los juegos.

Una ocasión la mujer con la que mi papá vivía, quizá para ganar mi amistad me obsequió un carrito de soldados, tipo jeep, pero yo también lo jugué poco.

Mi papá me compró una moto de patrulla incluyendo oficial de policía, hacía movimientos circulares y tocaba la sirena en cuatro especiales sonidos, ese mi mamá lo subió a una repisa y dijo que era tan bonito que debía jugarlo solo en algunos días y con toda la ceremonia de saber que era un juguete caro.

Lo que si jugábamos y continuamente era ese de “el juego de la cazuela, se sirve para comer, se le echa la cebolla y hojitas de laurel…” mi hermana y dos o tres vecinos de la misma edad, salíamos afuera de nuestra casas, por la noche y nos divertíamos jugando, hasta que éramos llamados ya sea para cenar o para dormir.

Nunca jugué de pistolas, de vaqueros, de policías, de ninguna cosa que incluyese violencia, tenía la prohibición férrea por parte de mi madre.

Lo que también jugaba ya un poco en serio era a vender. Mi papá tenía como segundo oficio repartir el diario vespertino, y usaba una bicicleta. Mi hermana y yo usábamos los periódicos sobrantes y su bicicleta para llevar algunos ejemplares y ofertarlos en el perímetro de nuestro barrio. No sé si inspirábamos ternura o tal vez la gente si leía, el caso es que vendíamos todos o casi todos.

Era un juego, pero ganábamos dinero.

Escudriño mi pasado y veo que jugué poco, en comparación con todos.

Había en una bodega, un pedestal sin micrófono. Ese pedestal me llamaba la atención y quería jugarlo, pero tampoco me era permitido porque no era juguete.

¿Qué jugaba?
Jugaba a imaginar, imaginaba en silencio historias, situaciones fantásticas.

Un cohete espacial atravesando el cielo, poderosas bestias amedrentando a los humanos, seres diminutos en las flores, un mundo aparte, gigantes bondadosos en forma de nube conversando antes del atardecer, visitantes de otras dimensiones de vida, entre otros.

Creo que juego más de adulto que de niño.

A mí me gusta jugar por ejemplo con mi cámara fotográfica. Juego a que hago cápsulas informativas, juego a que hago una película, a retratar la alegría, a capturar la magia de la naturaleza, me serena, apacigua e inspira fotografiar.

Y de ahí, viene entonces la siguiente confesión.

Aunque esté muy serio y solemne haciendo mis oficios, lo que estoy haciendo en el fondo es jugar, ser yo con toda mi autenticidad y libertad.

Algunos dicen” mi mayor deseo es volver a ser niño para jugar”, y yo pienso ¿crees que los adultos no jugamos?...

El juguete que siempre he tenido: mi imaginación.

#EsdrasCamacho

Odiseas Posmodernas

No hay comentarios:

Publicar un comentario