El sábado por la mañana apenas entraba en cuenta la hazaña
de un día anterior: ascenso y descenso del Volcán Tacaná, los dos días
anteriores. “Ahí te apuras”, fue el mensaje que leí al revisar el celular. Las
indicaciones de llegada por el whats app,
fueron muy claras y específicas, el último determinante. Eran unos
amigos que celebraban nada santo en la semana de asueto que se nos otorgó en el
mes de abril, yo en Tapachula ellos en Villa Comaltitlán.
Enciendo el auto, la
radio, subo cristales, prendo el aire y me dirijo hacia allá. En un crucero advierto que a unos
metros está la patrulla de los policías federales de caminos, han conversado
con alguien que pide un raid, eso interpreté, los rebaso por la izquierda y me
enfilo a mi carril de nuevo.
Me gusta disfrutar el viaje, no ando experimentando con el
auto para ver su estabilidad o rendimiento, no soy corredor de autos. Siento
que soy equilibrado a la hora de conducir,
Y de pronto tras de
mí la patrulla con la torreta encendida, sereno continuo mi marcha, no tengo
temor porque “el que nada sabe, nada teme”.
Y continúa atrás de mi varios metros. Disminuyo mi velocidad pero no de
forma evidente, y me pregunto ¿Seré yo un infractor de la ley?.
En mi vida de chofer he tenido pocos encuentros con los
uniformados guardianes de carretera. Algunas ocasiones los documentos que me
identifican como ciudadano mexicano contribuyente a la nación con mis impuestos
han quedado en casa.
Cuando se apareja el copiloto me indica. ¡Deténgase!.
Sabedor de que habrá que pagar en
efectivo una multa que levantarán, me
estaciono y salgo del vehículo. Supongo que habrán notado mi desconcierto y
voluntad de cooperar con ellos en su labor, me piden los documentos del
vehículo y mi licencia de manejo, ambos estaban en la guantera, por lo que
entregué al instante. Después dice: ¿Ha ingerido bebidas alcohólicas?. Respondo
con un rotundo no. Y guardo silencio.
Se le va a levantar una infracción en este caso por exceso
de velocidad, me dice uno de ellos, ¿Sabe a cuanta velocidad venía?. …
Dubitativo digo ¿a ochenta?. – Es claro que no, mire vengo detrás de usted y
muestra un aparatito como verificador de precios de Aurrerá, donde está la
cifra 149. – Ah. Ok.
El sol pega de frente, lastima los ojos. Pienso que
cualquiera en mi lugar se pondría a suplicar clemencia o a negociar, refutar la
multa o no sé, yo solo guardo silencio.
- ¿Dónde he de pagar?
- Lo puede hacer por internet, entre a la página busca su
infracción imprime la papeleta, va Bancomer y ya.
Pienso, dinero malhabido para el gobierno. Recurso que se lo
gana bastante fácil, gracias a situaciones como esta.
Como ven que no digo nada más, me preguntan a que me dedico. Como tengo siete oficios,
mil necesidades, no sé cuál responder. Reportero les digo, ya sin convicción de
que valga de algo intercambiar palabras, pues ya casi terminan de llenar la
papeleta.
Me dicen que suba al
coche mientras terminan. Pasa una fracción de segundo en la que no pienso que
está pasando, me piden de nuevo otra identificación, y enseño la de colaborador
de un medio periodístico.
La garganta seca, la mirada
les dice, ya que sea lo que deseen ustedes.
Entonces digo:
-Sé que soy un irresponsable por la distracción, ocurre que
no me percaté del exceso de velocidad, lo lamento de verdad.
(Eso creo que es una disculpa).
Ven que en mi vehículo solo van mis mochilas, micrófonos y
cámaras.
- Oiga usted que está en la radio, apóyenos, diga que por
favor tengan cuidado los que transitan por estos lugares.
Yo, trago saliva y digo, “Delo por hecho”.
Todavía para confirmar que ya había pasado por su compasión,
les termino diciendo. ¿Entonces hay una disculpa para mí?.
Me dan la mano, devuelven mis documentos y suben a su
patrulla, yo hago lo propio en mi coche.
Me lanzo de nuevo a mi ruta, pero ya voy reflexivo, ahora si
consciente de que la velocidad no suba la cifra del marcador de velocidad ni
siquiera a 100 kms/Hora. Por el camino voy pensando en que si aumento, volverán
a aparecer por cualquier lado diciendo, ya una segunda vez no te la dejamos
pasar.
Voy pensando en que bueno que anduve mis credenciales,
nunca me las han pedido, pero como
sirve. ¿Y si les decía tómense un selfie
conmigo, qué me habrían respondido?. …¿O se compadecieron sabedores de que gano
poca paga?. En ese caso hubiese exigido mi multa, para no sufrir discriminación…Veo
que pasan una docena de autos silbando a mi lado, triste mi corazón va
extrañando la velocidad.
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