1.- La humanidad le gusta complicarse para estar ocupada en cosas simples, el desconocimiento del otro en el entendido que es igual a si mismo; luego entonces aplica torpemente
un silogismo, “pienso, luego existo”, yo corregiría “pensamos, luego existimos.
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Fotografía. @martin barrios |
*La culturización de la educación es un
acto de romper con lo que ya existe; es una mentira que a los que se educa se
les enseña todo, porque ya saben mucho, solo que saben distintas cosas y eso ya
es estar educado. ¿Pero habrá un fin a tanta falta de conciencia para con los otros?
I.- ¿Quiénes
son en realidad los animales?
La
respuesta a esta interrogante la tendrá muy claro el lector al concluir este
capítulo. Animales decimos es la especie que coexiste con la humanidad y que
por “sentido común” o “divino” está a su disposición.
Animales
sin raciocinio y sin ninguna clase de derechos, pues su animalidad no les
permite compararse a los humanos.
¡Eres
un animal!, gritamos exasperados cuando censuramos una conducta anormal en el
otro, sin reflexionar que ser animal es actuar por instinto, por necesidad y
ciertamente sin razón, lo que los exime de toda responsabilidad “social”.
Ser
animal es un halago porque nuestra
civilización está alreversada, torcida en sus principios, pregona y predica lo
que no cumple: El respeto. El respeto a los otros.
Bertrand
Rusell mencionaba en el texto “La conquista de la felicidad”, que los
verdaderamente felices son los animales que no se preocupan por su suerte ni
por las posesiones materiales. Lo que me lleva a pensar en que la cultura de la
sociedad individualista se acentúa la
feroz indiferencia hacia los compañeros de vida.
En la
historia del mundo sobran ejemplos de agresiones a las diferencias culturales,
los han recogido los historiadores, pero muy probablemente la mayoría de ellas
no ha sido documentada y mucho menos imaginada.
Con
cada año que nace quedan olvidados y por “olvidados” quiero decir “muertos”
tantas expresiones culturales autóctonas, auténticas, originales, únicas,
irrepetibles y por tanto distintas de las que son mayoría.
“La
mayoría gana” dicen los infantes en el aula para dar a conocer una decisión que
no es unánime, pero a la que tendrán que acatarse los demás, y esos demás si no
se integran sufrirán algún tipo de presión a fin de integrarse, so pena de
seguirse incrementándoseles el acoso y la violencia.
Esta
mayoría que no integra nada y que no recoge lo que puede y debe de lo diverso y
lo distinto, aniquila una cultura. Para ello me permito dar mi versión libre de
lo que Fray Bartolomé de las casas relata en sus “Crónica de las indias[i]”. Los conquistadores
españoles al invadir la cultura nueva traían con la finalidad de mantener
amedrentada a la población unos mastines feroces a los que alimentaban con
carne de los indígenas.
Crueldad
que justificaban diciendo que los indios no eran cristianos y por tanto tampoco
tenían alma, por lo que ningún pecado representaba para ellos dicha crueldad. Este
acto era algo ordinario, la típica pregunta entre ellos en las mañanas de caza
era ¿Cómo te fue hoy? Y la respuesta: “Bien porque quince o veinte bellacos
dejé muertos con mis perros”.
Esta
crueldad e infinidad de injusticias detestables en nombre de una civilización,
en aras de limpiar del mundo lo maligno, borrar lo que no es igual a la mayoría.
Estas
abominaciones siguen ocurriendo hoy y la intelectualidad la sanciona, justifica
o aplaude, son cosas que se permiten por no considerar aceptable la existencia
de uno más igual uno, pero que es otro.
II.-
“Empatía”
Desconocer
que todos somos uno es la ignorancia más dañina y la que provoca no solo
conflictos personales, sino guerras
mundiales. Somos iguales y por ello tenemos los mismos derechos.
Nuestra
civilización debería en primer término promover la aceptación de uno mismo como
ser único y especial y al mismo tiempo reconocer en el otro “otra” persona con
los mismos atributos, pero con distintos modos de entender el mundo y vivir su
realidad.
La
empatía es un término nuevo para este siglo; nuevo relativamente hablando,
significa “ponerse en el lugar del otro”, yo agregaría “Sentir como el otro”,
intentar con mucho empeño “pensar como el otro, comprenderlo y aceptarlo”.
Seres
“luminosos” llamados sabios han predicado desde remotos tiempos que para
alcanzar la paz hay que amar al prójimo como a uno mismo, partiendo de esa
frase dicha con inteligencia y sencillez, uno puede convivir y coexistir sin
temores.
La
educación desde sus orígenes debió tener en claro su misión y meta, construir
la paz
con base en una aceptación de las distintas manifestaciones culturales. No
forzar nuestra inteligencia en pos de un desarrollo individual de nuestras
potencialidades, lo que tristemente nos conduce a la competencia y al combate
de ser mejor que todos.
Por
lo que todo aquel pedagogo que ocupe un cargo directivo en la administración pública
y que tenga poder para incidir en la conformación de los planes académicos en
todos los niveles, debería promover como requisito de pasar de grado, la
afectividad hacia el otro, estar en relación a los demás, no porque sea su
familia, sino porque son otros iguales a uno.
III.-“Los
(insoportables) otros,”
Hoy día
se entrecruzan distintas teorías en la política educativa, hay ocurrencias que
suponen buenas intenciones, como la de “Educar con responsabilidad ambiental” y
“Educar para la diversidad”, pero no hay una que ponga el dedo en la llaga: “Aceptar
la educación del otro”.
Nuestra
sociedad está enfocada en el espectáculo, hoy nuestra necesidad de sentir y
existir es demandada por todos los medios electrónicos gracias a las redes
sociales, el facebook, el twitter, instagram, youtube y otros nos dan muestras
de una sociedad que produce llamados de atención para que sean reconocidos,
pero son tantos que no pueden conectarse como lo hicimos en la realidad.
Parece
que los otros solamente existen en la virtualidad, en una dimensión paralela…”los
otros son los que hacen el ridículo, son los que actúan para mi entretenimiento
pero yo no soy uno de ellos.”
Lo
necesario es sentir que pertenecemos a un grupo, sino estamos dentro somos protagonistas
involuntarios del “manual del rechazo
bien merecido”; y para no ser como el “patito feo” de la historia preferimos
encajar en la cultura que sobresale, la que domina y aniquila, al fin que los
que escriben la historia son los triunfadores.
¿Será
que nos resignaremos a ver normal la agresión entre nosotros?, ¿Es cierto que
nuestra capacidad de asombro está rebasada?, ¿Nos hemos rendido a que sea normal
ser masa?.
Ser
distinto no es malo
IV.-
Nosotros es la palabra que más disfruto
al pensar en la educación, no yo, ni tú, ni ningún otro pronombre que remita la
individualidad, nosotros quiere decir todos al unísono, como uno solo o mejor,
como uno dividido en muchos.
Crecer como humanidad es conveniente
aunque sea egoísta crecer sin que crezcan los demás, damos un paso cuando nos
preparamos, muy bueno fuese que estas reflexiones fueran universales, pero hoy
me basta con creer que al menos uno o dos de mis lectores coincidan conmigo y
que contribuyamos a pensar como los otros para vivir mejor.
[i] Véase:
http://books.google.com.mx/books?id=-P-D5VfLZEoC&pg=PA146&dq=los+perros+comen+indios+fray+bartolom%C3%A9+de+las+casas&hl=es-419&sa=X&ei=oH8nVPGFAcG0yASl4IKADw&ved=0CC0Q6AEwAw#v=onepage&q=los%20perros%20comen%20indios%20fray%20bartolom%C3%A9%20de%20las%20casas&f=false