El verdadero sentido de la vida es vivir, como los peces del mar que no se preguntan el día en que morderán el anzuelo.
martes, 22 de abril de 2014
La bendita manía de contar...
Gabriel José de la Concordia García Márquez falleció en Jueves Santo igual que el personaje de 122 años de su novela Cien Años de Soledad, Ursula Iguarán. Yo había escalado el volcán Tacaná ese día, por ello no me enteré de la noticia sino hasta el viernes santo a las diez y media de la noche.
A través de un servicio de mensajería instántaneo Celia me compartió su pesar a lo que pedí detalles, pues señalé no había estado disponible durante las 48 horas anteriores, en los que me desconecté del mundo virtual.
Dijo que artistas y polítiqueros habían inundado el espacio con una parafernalia insultante ante lo excelso que resultaba la partida de un héroe de las artes, el mexicolombian señor Don Gabo, autor de ríquisimas y fantásticas historias de lo real maravilloso.
A Gabriel García Márquez se le tuvo mucho aprecio en este país, pues aquí radicó cinco decadas y aquí tuvo a sus hijos y aquí creo la célebre novela que habría de ser la llave de acceso a su mundialización, yo leí en ese orden "El Otoño del Patriarca", "La Hojarasca", "Del amor y otros demonios"... y le tuve mucho respeto a "Cien años de soledad", lo tuve reservado bastante tiempo (un año y medio).
Cuando lo leí supe porque era el padre del boom americano, su capacidad narrativa era similar a la don Miguel de Cervantes Saavedra creador de la novela moderna con su Quijote.
Sobre la noticia de su muerte Celia me dice, "La cosa ha setado muy publicitada, facebook está lleno de frases cursis atribuidas a él. La familia de Gabo no ha dicho gran cosa aparte de anunciar su muerte, pero en la tv, han estado entrevistando a sus vecinos.
Continua. "y peor son esos que creen conocer su obra por haber visto las película: "El Coronel y el amor en tiempos de cólera... y ahora que lo pienso ni siquiera he visto esa última película.
Coincidimos en que encabrona tanta alharaca pseudosentimental, pues al hacerle homenajes, disfrazan su ignorancia y se dan baños de intelectualidad quien ni por asomo aprecia la vida y obra de nuestro muerto.
Quedamos en la orfandad, pero que bueno que ya está más allá del bien y del mal, más allá de donde lo puedan interpretar sus detractores y lectores cortos de sensibilidad.
Por último me dice ¿Cuál es tu libro favorito?. Yo que siempre he sido de no fanatizare con algo respondo que sus textos periodísticos son de gran estimación pues él mismo antes que novelista se asumió periodista. Defendió y persiguió la realización de sus vocaciones como solamente almas extraordinarias pueden por algo es un genio el ejemplo de ser profesional en el periodismo y en la literatura.
Respondo que quiza Vivir para contarla, lo siento ahí tan como yo. Con esa extraordinaria virtud de la memoria escrita, en la que develaba sus secretos como persona y como escritor. Casi al final de su vida, alguien cercan a él había filtrado que padecía alzheimer, y por eso desde hacía años no escribía ningún renglón. Se había quedado solo atrapado y quizá extraviado con sus propios fantasmas.
Nos despedimos en el whatsapp, aliviados de haber soltado entre hermanos un desahogo.
En estos días se les rinde homenaje en ambos países, y se explota al máximo el potencial informativo la noticia. Gabo ha muerto.
Seguir imaginando otros mundos posibles en esta vida. Releer sus obras apreciar su talento seguir su ejemplo, nuestro consuelo y nuestra herencia.
¡Hasta siempre Patriarca!
domingo, 20 de abril de 2014
Andanzas de un Free Lancer
El sábado por la mañana apenas entraba en cuenta la hazaña
de un día anterior: ascenso y descenso del Volcán Tacaná, los dos días
anteriores. “Ahí te apuras”, fue el mensaje que leí al revisar el celular. Las
indicaciones de llegada por el whats app,
fueron muy claras y específicas, el último determinante. Eran unos
amigos que celebraban nada santo en la semana de asueto que se nos otorgó en el
mes de abril, yo en Tapachula ellos en Villa Comaltitlán.
Enciendo el auto, la
radio, subo cristales, prendo el aire y me dirijo hacia allá. En un crucero advierto que a unos
metros está la patrulla de los policías federales de caminos, han conversado
con alguien que pide un raid, eso interpreté, los rebaso por la izquierda y me
enfilo a mi carril de nuevo.
Me gusta disfrutar el viaje, no ando experimentando con el
auto para ver su estabilidad o rendimiento, no soy corredor de autos. Siento
que soy equilibrado a la hora de conducir,
Y de pronto tras de
mí la patrulla con la torreta encendida, sereno continuo mi marcha, no tengo
temor porque “el que nada sabe, nada teme”.
Y continúa atrás de mi varios metros. Disminuyo mi velocidad pero no de
forma evidente, y me pregunto ¿Seré yo un infractor de la ley?.
En mi vida de chofer he tenido pocos encuentros con los
uniformados guardianes de carretera. Algunas ocasiones los documentos que me
identifican como ciudadano mexicano contribuyente a la nación con mis impuestos
han quedado en casa.
Cuando se apareja el copiloto me indica. ¡Deténgase!.
Sabedor de que habrá que pagar en
efectivo una multa que levantarán, me
estaciono y salgo del vehículo. Supongo que habrán notado mi desconcierto y
voluntad de cooperar con ellos en su labor, me piden los documentos del
vehículo y mi licencia de manejo, ambos estaban en la guantera, por lo que
entregué al instante. Después dice: ¿Ha ingerido bebidas alcohólicas?. Respondo
con un rotundo no. Y guardo silencio.
Se le va a levantar una infracción en este caso por exceso
de velocidad, me dice uno de ellos, ¿Sabe a cuanta velocidad venía?. …
Dubitativo digo ¿a ochenta?. – Es claro que no, mire vengo detrás de usted y
muestra un aparatito como verificador de precios de Aurrerá, donde está la
cifra 149. – Ah. Ok.
El sol pega de frente, lastima los ojos. Pienso que
cualquiera en mi lugar se pondría a suplicar clemencia o a negociar, refutar la
multa o no sé, yo solo guardo silencio.
- ¿Dónde he de pagar?
- Lo puede hacer por internet, entre a la página busca su
infracción imprime la papeleta, va Bancomer y ya.
Pienso, dinero malhabido para el gobierno. Recurso que se lo
gana bastante fácil, gracias a situaciones como esta.
Como ven que no digo nada más, me preguntan a que me dedico. Como tengo siete oficios,
mil necesidades, no sé cuál responder. Reportero les digo, ya sin convicción de
que valga de algo intercambiar palabras, pues ya casi terminan de llenar la
papeleta.
Me dicen que suba al
coche mientras terminan. Pasa una fracción de segundo en la que no pienso que
está pasando, me piden de nuevo otra identificación, y enseño la de colaborador
de un medio periodístico.
La garganta seca, la mirada
les dice, ya que sea lo que deseen ustedes.
Entonces digo:
-Sé que soy un irresponsable por la distracción, ocurre que
no me percaté del exceso de velocidad, lo lamento de verdad.
(Eso creo que es una disculpa).
Ven que en mi vehículo solo van mis mochilas, micrófonos y
cámaras.
- Oiga usted que está en la radio, apóyenos, diga que por
favor tengan cuidado los que transitan por estos lugares.
Yo, trago saliva y digo, “Delo por hecho”.
Todavía para confirmar que ya había pasado por su compasión,
les termino diciendo. ¿Entonces hay una disculpa para mí?.
Me dan la mano, devuelven mis documentos y suben a su
patrulla, yo hago lo propio en mi coche.
Me lanzo de nuevo a mi ruta, pero ya voy reflexivo, ahora si
consciente de que la velocidad no suba la cifra del marcador de velocidad ni
siquiera a 100 kms/Hora. Por el camino voy pensando en que si aumento, volverán
a aparecer por cualquier lado diciendo, ya una segunda vez no te la dejamos
pasar.
Voy pensando en que bueno que anduve mis credenciales,
nunca me las han pedido, pero como
sirve. ¿Y si les decía tómense un selfie
conmigo, qué me habrían respondido?. …¿O se compadecieron sabedores de que gano
poca paga?. En ese caso hubiese exigido mi multa, para no sufrir discriminación…Veo
que pasan una docena de autos silbando a mi lado, triste mi corazón va
extrañando la velocidad.
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