El verdadero sentido de la vida es vivir, como los peces del mar que no se preguntan el día en que morderán el anzuelo.
viernes, 20 de marzo de 2015
Good for nothing...
Imagino hacer un vídeo con esa música, en el que un motociclista vaya y venga paseando sorteando paisajes, contemplando lo que sucede a su paso, el viento rebota en su rostro, la despreocupación es su bandera, un bueno para nada que no lo arruina nada y tampoco hace daño a alguien.
Me gustaría hacer una descripción en forma elegante y real sobre el sonido, el ritmo, los acordes, la brillantez de la música y la voz de la canción “Good for nothing” de Solomón Burkle, la oigo otravez y descubro que aparece en segundo plano una guitarra eléctrica con ciertos riffings. ¿Está bien dicho?, que a pesar de estar en un bajo nivel se distingue y le brinda una armonía muy reposada casi en la tercera parte.
Cuando me gusta la pieza música prefiero escucharla diez veces diez, espero encontrar el hastío o la sublimación. Por supuesta la buena música no cansa. Recuerdo otra ocasión en la que también hice lo mismo con un tema del cantautor español Joaquín Sabina “Ahora que”… esa noche hacía un berrinche porque mi chica había salido a bailar con un ex novio, era el año 2000 y yo tenía 21 años.
Llegué a mi cuarto donde mi cama eran solo dos tablas juntas sobre cuatro tabiques cubierta apenas por un cobertor desgastado, yo hipnotizado por la letra de la canción, por ese sentimiento de confusión, de sorpresa, de desgaste inmediato. Ella tocó la puerta de la habitación, supongo que para reconciliarnos, yo no abrí. Ese tema se quedó para siempre asociado a la tristeza sorpresiva.
Naturalmente que la música.
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