martes, 7 de octubre de 2014

La isoportable otrerad



1.- La humanidad le gusta complicarse para estar ocupada en cosas simples,  el desconocimiento  del otro en el entendido que es igual  a si mismo; luego entonces aplica torpemente un silogismo, “pienso, luego existo”, yo corregiría “pensamos, luego existimos.



Fotografía. @martin barrios
*La culturización de la educación es un acto de romper con lo que ya existe; es una mentira que a los que se educa se les enseña todo, porque ya saben mucho, solo que saben distintas cosas y eso ya es estar educado. ¿Pero habrá un fin a tanta falta de conciencia  para con los otros?


I.- ¿Quiénes son en realidad los animales?

La respuesta a esta interrogante la tendrá muy claro el lector al concluir este capítulo. Animales decimos es la especie que coexiste con la humanidad y que por “sentido común” o “divino” está a su disposición.

Animales sin raciocinio y sin ninguna clase de derechos, pues su animalidad no les permite compararse a los  humanos.

¡Eres un animal!, gritamos exasperados cuando censuramos una conducta anormal en el otro, sin reflexionar que ser animal es actuar por instinto, por necesidad y ciertamente sin razón, lo que los exime de toda responsabilidad “social”.

Ser animal  es un halago porque nuestra civilización está alreversada, torcida en sus principios, pregona y predica lo que no cumple: El respeto. El respeto a los otros.

Bertrand Rusell mencionaba en el texto “La conquista de la felicidad”, que los verdaderamente felices son los animales que no se preocupan por su suerte ni por las posesiones materiales. Lo que me lleva a pensar en que la cultura de la sociedad individualista  se acentúa la feroz indiferencia hacia los compañeros de vida.
En la historia del mundo sobran ejemplos de agresiones a las diferencias culturales, los han recogido los historiadores, pero muy probablemente la mayoría de ellas no ha sido documentada y mucho menos imaginada.

Con cada año que nace quedan olvidados y por “olvidados” quiero decir “muertos” tantas expresiones culturales autóctonas, auténticas, originales, únicas, irrepetibles y por tanto distintas de las que son mayoría.

“La mayoría gana” dicen los infantes en el aula para dar a conocer una decisión que no es unánime, pero a la que tendrán que acatarse los demás, y esos demás si no se integran sufrirán algún tipo de presión a fin de integrarse, so pena de seguirse incrementándoseles el acoso y la violencia. 

Esta mayoría que no integra nada y que no recoge lo que puede y debe de lo diverso y lo distinto, aniquila una cultura. Para ello me permito dar mi versión libre de lo que Fray Bartolomé de las casas relata en sus “Crónica de las indias[i]”. Los conquistadores españoles al invadir la cultura nueva traían con la finalidad de mantener amedrentada a la población unos mastines feroces a los que alimentaban con carne de los indígenas.
Crueldad que justificaban diciendo que los indios no eran cristianos y por tanto tampoco tenían alma, por lo que ningún pecado representaba para ellos dicha crueldad. Este acto era algo ordinario, la típica pregunta entre ellos en las mañanas de caza era ¿Cómo te fue hoy? Y la respuesta: “Bien porque quince o veinte bellacos dejé muertos con mis perros”.

Esta crueldad e infinidad de injusticias detestables en nombre de una civilización, en aras de limpiar del mundo lo maligno, borrar lo que no es igual  a la mayoría.
Estas abominaciones siguen ocurriendo hoy y la intelectualidad la sanciona, justifica o aplaude, son cosas que se permiten por no considerar aceptable la existencia de uno más igual uno, pero que es otro.

II.- “Empatía”

Desconocer que todos somos uno es la ignorancia más dañina y la que provoca no solo conflictos personales, sino  guerras mundiales. Somos iguales y por ello tenemos los mismos derechos.

Nuestra civilización debería en primer término promover la aceptación de uno mismo como ser único y especial y al mismo tiempo reconocer en el otro “otra” persona con los mismos atributos, pero con distintos modos de entender el mundo y vivir su realidad.

La empatía es un término nuevo para este siglo; nuevo relativamente hablando, significa “ponerse en el lugar del otro”, yo agregaría “Sentir como el otro”, intentar con mucho empeño “pensar como el otro, comprenderlo y aceptarlo”.

Seres “luminosos” llamados sabios han predicado desde remotos tiempos que para alcanzar la paz hay que amar al prójimo como a uno mismo, partiendo de esa frase dicha con inteligencia y sencillez, uno puede convivir y coexistir sin temores.

La educación desde sus orígenes debió tener en claro su misión y meta, construir la paz 
con base en una aceptación de las distintas manifestaciones culturales. No forzar nuestra inteligencia en pos de un desarrollo individual de nuestras potencialidades, lo que tristemente nos conduce a la competencia y al combate de ser mejor que todos.

Por lo que todo aquel pedagogo que ocupe un cargo directivo en la administración pública y que tenga poder para incidir en la conformación de los planes académicos en todos los niveles, debería promover como requisito de pasar de grado, la afectividad hacia el otro, estar en relación a los demás, no porque sea su familia, sino porque son otros iguales a uno.

III.-“Los (insoportables) otros,”

Hoy día se entrecruzan distintas teorías en la política educativa, hay ocurrencias que suponen buenas intenciones, como la de “Educar con responsabilidad ambiental” y “Educar para la diversidad”, pero no hay una que ponga el dedo en la llaga: “Aceptar la educación del otro”.

Nuestra sociedad está enfocada en el espectáculo, hoy nuestra necesidad de sentir y existir es demandada por todos los medios electrónicos gracias a las redes sociales, el facebook, el twitter, instagram, youtube y otros nos dan muestras de una sociedad que produce llamados de atención para que sean reconocidos, pero son tantos que no pueden conectarse como lo hicimos en la realidad.

Parece que los otros solamente existen en la virtualidad, en una dimensión paralela…”los otros son los que hacen el ridículo, son los que actúan para mi entretenimiento pero yo no soy uno de ellos.”

Lo necesario es sentir que pertenecemos a un grupo, sino estamos dentro somos protagonistas involuntarios del  “manual del rechazo bien merecido”; y para no ser como el “patito feo” de la historia preferimos encajar en la cultura que sobresale, la que domina y aniquila, al fin que los que escriben la historia son los triunfadores.

¿Será que nos resignaremos a ver normal la agresión entre nosotros?, ¿Es cierto que nuestra capacidad de asombro está rebasada?, ¿Nos hemos rendido a que sea  normal  ser masa?. 

Ser distinto no es malo

IV.-
Nosotros es la palabra que más disfruto al pensar en la educación, no yo, ni tú, ni ningún otro pronombre que remita la individualidad, nosotros quiere decir todos al unísono, como uno solo o mejor, como uno dividido en muchos.

Crecer como humanidad es conveniente aunque sea egoísta crecer sin que crezcan los demás, damos un paso cuando nos preparamos, muy bueno fuese que estas reflexiones fueran universales, pero hoy me basta con creer que al menos uno o dos de mis lectores coincidan conmigo y que contribuyamos a pensar como los otros para vivir mejor.




[i] Véase: http://books.google.com.mx/books?id=-P-D5VfLZEoC&pg=PA146&dq=los+perros+comen+indios+fray+bartolom%C3%A9+de+las+casas&hl=es-419&sa=X&ei=oH8nVPGFAcG0yASl4IKADw&ved=0CC0Q6AEwAw#v=onepage&q=los%20perros%20comen%20indios%20fray%20bartolom%C3%A9%20de%20las%20casas&f=false

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