martes, 12 de mayo de 2015

La industria de la felicidad



No es sencillo ser feliz, eso es lo que nos ha hecho suponer la sociedad con sus complicados procesos de convivencia y entendimiento.

¿Por qué estaremos tan necesitados de estímulos  artificiales y accesorios para ser feliz?
Hay distintas formas de ser feliz, para algunos es la paz y el equilibrio con la naturaleza, para otros es el constante roce físico con quien esté disponible.

Es una obligación ser feliz,  pero feliz según la mirada de la industria.

El beneficio de la modernidad: La paradoja con todos y sin ti.

Cuántas almas desquiciadas, cuánta suave tortura resignada practicamos al enrolarnos en el día a día repitiendo conductas alejadas del concepto real del amor que es la base de la amistad.

Sacrificamos nuestro intelecto por las emociones, seguimos  al  pie de la letra: “Lo simple es fácil y ordinario, lo rebuscado es lo que de verdad importa”.

Esta carrera de la felicidad incluye  incertidumbres, premios y autocastigos, es prácticamente el juego de serpientes y escaleras. Sin embargo para mi ser feliz incluye salirse de la carrera, de esa feroz competencia en la que se nos indica que hacer y qué no hacer para ser gente normal, aceptable, popular, digna y merecedora de felicidad.

¿A qué me refiero?

Ahora con la aparición de redes sociales, algunos te dan agregar no para aprender de ti, no para interactuar, no para saludar o entablar una comunicación, lo hacen porque el símbolo amigo de “Alguien” les da una etiqueta de sociable, saludable, amigo, feliz y normal, esa “etiqueta” es el reconocimiento  que buscan, y obtienen según la virtualidad, sin embargo no hay ni un solo asomo de consciencia de ser mejor porque tienes el compromiso de la amistad.

¿Porque la amistad genera un compromiso?. ¿Es cierto?

Entonces cuando tenemos  tanta popularidad, tantos seguidores virtuales, tantas muestras de aceptación virtual caemos en el triste juego de la máquina de hacer amigos irreales, nuestras emociones están capturadas o… sometidas a la orden: “participa y existe, luego entonces tendrás motivos para ser amistable,”. Pero no hay un compromiso con nadie, es sencillo, ¿Quieres o no quieres existir en la red, para ser feliz?.

Viene a cuento esta reflexión, porque hace unas horas, una amiga virtual publicó en su muro: “Honestamente deseo menos amigos virtuales y más amigos reales, me conformaría con al menos uno, aparte de Migue, que realmente estuviera presente, alguien, no se, si soy tan mala persona que no merezco tener "amigos" y la verdad de todo es que ya me canse de mendigar cariño. Yo soy de esas personas que cruzaría la ciudad para ver a una amiga sin importar que sólo para estar con ella y decirle que la quiero, pero creo que eso ya no se hace, es más ni siquiera en una llamada pueden gastar. Nunca me he sentido de mi edad, tal vez, ese sea mi problema, yo soy de otro tiempo en donde se valoraban más a las amistades, pero, ya que, no se puede tener todo en la vida.”

Y yo me identifiqué con eso, eso es lo que también pienso, y quizá no viene muy al caso, pero he de contar que yo si he hecho un viaje para ir a ver a una amistad, yo no solo atravesé una ciudad, sino también un estado para estar de cerca con quien nos brinda serenidad al compartir la tristeza y la amargura, y eso creo es felicidad, al menos para mi. Por ese pensamiento  el de Alma Campa, es que creo que hay y habemos tantos que deseamos librarnos del paradigma de la amistad, según el concepto actual de la era digital.


Conviene entonces que seamos más escépticos ante las veleidades de lo virtual, más conscientes y un poquito rebeldes con los tristes juegos de la industria de la felicidad, la insoportable máquina de hacer amigos. 

2 comentarios:

  1. No necesito de tantos ¨amigos¨ para ser feliz tan es así que sin tenerlos soy feliz sin andarlo anunciando.


    Saludos

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  2. AMIGOS reales y visibles siempre son íntimos.

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