miércoles, 24 de abril de 2013

MI EX -- BICICLETA



Cuando joven tuve una bicicleta, fue el instrumento que me ahorró algunos pesos en mi vida de universitario, fue mi compañera también en los momentos de ocio y lo mejor me ejercité de tal forma en que llegué  tener una condición física sana, además de lucir como todo un atleta.

Esta bicicleta fue adquisición propia, la compré con unos ahorros que hice al vender unas fotografías, mi papá también había tenido una en su juventud y al igual que yo tuvo excelente condición.

Con la bicicleta recorrí kilómetros y kilómetros durante 18 meses, de la universidad al trabajo, de la casa a la universidad, los días sábados y domingos al parque, al libramiento, mis hazañas siempre era darle  una vuelta completa a la ciudad y detenerme a contemplar el horizonte desde un extremo.

Iba a la biblioteca, a mi servicio social, a todas partes con ella.

Alguna ocasión una chica de oficina se fijó en mi, y dio la pauta para que yo la cortejara, cosa que omití hacer debido a la situación económica en que me hallaba, tan pobre que no podía pagar el transporte público, mucho menos invitarle un ágape.

Cuando me mudé la fui a recomendar con un conocido, y ahí supuesta mente se la robaron. Yo creo que la vendió, pues también el andaba en condiciones económicas precarias.

En el lugar que llegué estaba como siempre me gustó, alejado del bullicio de la zona urbana, el aire fresco y campirano me inspiró a comprar de nuevo otra bicicleta.

Tuve una novia, ella iba diariamente a visitarme, para llegar había de invertir algunos pesos en su transporte y yo siempre proponía llevarla de regreso a su domicilio en mi transporte; consecutivamente se negó, pero terminó por aceptar, así que se ahorraba un pasaje, el de ella.

Las sonrisas que arrancaba la osadía, porque ambos eramos adultos jóvenes, y los prejuicios eran siempre, no hacer niñerías ni ridículos, ir en bicicleta pasada la infancia  o adolescencia era, según nosotros una imagen poca aceptable.

- ¿Qué van a a decir mis amistades, si se enteran?... decía.
- Las tuyas, yo qué, al cabo que ni de aquí soy, y nadie me conoce.

Esta bicicleta me acompañó más tiempo. Cuando me mudé de nuevo a pasar un temporada en casa de mi madre, ella hizo el favor de vendérmela.

Ahí terminó esa otra.

Pero, insistí y adquirí otra, esta vez ya una maltrecha, pero aún servicial bicicleta.

Llegaron las ocupaciones ejecutivas, las responsabilidades de oficina, se elevó mi nivel adquisitivo y llegaron también hábitos menos saludables. La juerga de compañeros y el sedentarismo.

Ahí está aún.

Hoy la desempolvé y dí tres pedaleadas, provocó un cansancio extenuante.

Deseo volver a pedalear, deseo que haya buen clima, espacio, tiempo, para que vuelva a esa tercera y quizá última bicicleta.

Eso quiero.

Pero será otro día. Hoy no.

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