sábado, 27 de abril de 2013

BELLA

De los hábitos que me han cambiado la vida, uno de ellos es el uso de la internet, aunque no interactue con los conocidos, ni participe en foros colectivos, estoy siempre revisando publicaciones que pueden interesarme.

Este hábito, puede ser considerado una adicción.


Puedo argumentar que debido a mi profesión, necesito estar conectado para enterarme de novedades y asimismo retomarla para  que en mi faceta de comunicador las transmita a quienes no tienen las mismas oportunidades de acceso.

Con frecuencia me contacta alguien a quien deseo atender, pero por la falta de espacio en el tiempo me es complicado, algunas ocasiones las propias personas terminan por despedirse justo cuando yo empiezo a tomarme en serio la conversación.

Hoy, me envió un texto Bella, una psicóloga que conocí fugazmente durante un curso taller de narrativa, al que asistíamos una vez por mes.

Atractiva, interesante, sopresiva.

- Hola, se acuerda de mi???

- HOLA BELLA...como no?
FESTEJÉ MIS PRIMEROS TREINTA CONTIGO,  como olvidar, cómo te va?

- Seeeee...Quiero ir a tu ciudad, después de 4 años...si voy te digo para q nos tomemos unas coronas.

Es todo.

Cierro la ventana del chat y la imagino de nuevo.

La tarde en que fuimos, muy cerca del lugar donde nos reuníamos a escuchar a un maestro de literatura, que no terminaba de satisfacer nuestro interés por aprender las técnicas de escritura, yo estaba cumpliendo años, ese fue el pretexto para que nos citásemos.

La conversación breve, dos tres cosas contundentes acerca de cada quien.

Yo comunicólogo. Ella,  25 años, maestra temporal en algún instituto educativo, que ya pensaba abandonar.

Su personalidad refrescante, despreocupada.

Insistió en pagar ella. "A la otra te dejo pagar a ti...hoy te invito porque es tu cumple, y no todos los días se cumplen 30 años"

Los tragos a su cerveza tan precisos, imaginaba el líquido bajando por su traquea, haciendo un pequeño ruido. Intentaba pensar en algo interesante que platicar, pero me daba la impresión de que eso a ella no le importaba.

No le dije, en realidad pienso que nunca podré decirlo simple: "Me gustas en el plano sexual" - o - "Quiero probarte como mujer"; veía con disimulo sus piernas y senos, aunque su atuendo era discreto, sus atributos no se ocultaban.

La despedida cortés, la invitación para volver a vernos en el próxima clase.

Su talento quedó comprobado, cuando leyó una crónica de un encuentro sexual durante el velorio de su abuela en una provincia oaxaqueña. La felicité y dije algo tonto, supongo (es casi seguro).

Su narrativa acrecentó mi curiosidad y mi atracción.

Mientras regresaba a casa, pensé igual que los perros, nomás se lamen de ver la carne que no han de probar, así yo con Bella.

Hoy que gracias al facebook vuelvo a encontrarla, mi serenidad está débil.


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